Erasmus Mónica
MÓNICA
El 14 de septiembre de 2021, empezaba la mayor aventura de mi vida. Sin saber qué me esperaría los próximos tres meses, me subí a un avión con rumbo a Varsovia y con Andrea cogida de mi mano, pensé en el gran paso que estaba dando.
Tres horas y media más tarde, llegamos a Varsovia sin saber qué hacer ni a dónde ir.
Después de varias búsquedas por Google Maps, muchas preguntas, un autobús y un tranvía, llegamos al pisito que sería nuestro hogar durante los próximos meses.
En nuestro primer día de prácticas nos recibieron de una manera muy acogedora y cariñosa. Estaré siempre agradecida a todo el equipo del teatro por hacernos sentir parte de su familia desde el primer momento hasta el último. Hemos vivido mil cosas estupendas con ellos, las cuales guardo y guardaré siempre con cariño. Más tarde, Andrea y yo empezamos a hacer amigos, los cuales nos acompañarían durante los próximos meses en todas las locuras que se nos pasase por la cabeza hacer, así, por poner un ejemplo, un día nos dijeron que habían cogido un billete de autobús para ir a Lituania, y dos días más tarde, estábamos todos con nuestra mochila y mucho sueño en un autobús rumbo a Vilna. Algo que sin duda va a quedarse conmigo siempre, son ellos.Todas las personas que han formado parte de esta experiencia y que han hecho que sea mil veces mejor, porque sin ellos, este Erasmus no hubiera sido igual y ahora no tendría a tantas personas maravillosas formando parte de mi vida.
En los últimos días, todo lo que meses atrás habían sido risas, poco a poco, se fueron convirtiendo en lágrimas, mi último día allí fue el peor, tocaba despedirse de todos, hacer la maleta, recoger el piso y limpiar. Llegó el momento de quitar todos los recuerdos que había por esas paredes, todas nuestras fotos, papelitos, entradas de fiestas y billetes de tranvía.
Recuerdo cuando me despedí entre lágrimas de uno de mis mejores amigos y de las mejores personas que he conocido allí, prometiéndome a mi misma que algún día volvería.
A la mañana siguiente, salí del edificio con los ojos llorosos, poniendo punto y final a esta aventura. Camino al aeropuerto, recuerdo hablar con Andrea de todo lo que habíamos hecho y lo agradecidas que estábamos de haber podido vivir esta experiencia.
El Erasmus ha marcado un antes y un después en mí, me ha hecho ver las cosas de otra manera, me ha hecho aprender, y sobre todo, me ha hecho madurar. Jamás cambiaría esta experiencia por nada en el mundo, y siempre que alguien me pregunte, no dudaré en contarle mis batallitas por Varsovia con todo el cariño del mundo.
Una vez más, gracias a todas las personas que han sacado la mejor versión de mi durante este tiempo y que han hecho que esta experiencia sea inolvidable. El Erasmus habrá acabado, pero mi cariño hacia vosotros va a durar para siempre.